🇩 🇴 🇸
Xanthe no había perdido el tiempo, en cuanto supo las intenciones de su hermana, se apresuró a enviar una pequeña carta a Jane.
Había sido buena idea contactarla, las respuestas que la rubia le proporcionaba apenas tardaban en llegar. Al principio Xanthe solo quería saber cómo era la vida allá en Volterra, más con el pasar de las palabras una especie de amistad se comenzó a formar entre las vampiresas. Jane no tardó en enterarse de lo que planeaba Isabella Swan, así como no tardó en ofrecerle su ayuda a la pelinegra. Bien sabía la Volturi que Aro no desaprovecharía la oportunidad de acabar con la vida de un Cullen, o ex-Cullen, fue por esa razón que informó a éste sobre la situación, pero también sabía que tomaría algo a cambio.
La vampiresa de negro cabello no iba a negar la ayuda, más había dicho que si las cosas no se complicaban, no recurriría a ellos.
No habían acudido muchos vampiros del clan, Alec y Jane obviamente estarían los primeros esperando, los tres líderes se unieron a ellos con la esperanza de causar algo de caos entre los presentes, también los siguieron dos vampiros en caso de necesitar algo de ayuda. Aunque lo dudaban.
Los Volturi esperaban algo más alejados de aquel claro, tan alejados como para no ser notados pero lo suficientemente cerca como para ser encontrados con facilidad en cuanto los llamaran. Jane debía admitir que la situación no le agradaba en lo absoluto, había un extraño ambiente que le indicaba que algo había salido mal, y aquello se confirmó en cuando sus rojizos ojos hicieron contacto con los dorados de Rosalie Hale.
— Bella mató a Aithne.
Jane siquiera dudó, avanzó con rapidez hacia el lugar en donde aquel olor a sangre se hacía más fuerte. Tanto su hermano como los vampiros que la acompañaban la siguieron, con Aro admirando todo detalladamente.
La única mujer entre los Volturi observó la escena que se proyectaba frente a sus ojos, Xanthe colocaba con suma delicadeza el inerte cuerpo de su hija. A Jane no le gustaban los niños, tampoco le hacían mucha gracia la existencia de otros vampiros, sin embargo había podido notar a través de las cartas la determinación y cariño de la pelinegra por la híbrida, y para su sorpresa, se encontró a sí misma sintiendo rabia.
Rabia que proyectó en el lobo que había hecho el intento de atacar a Xanthe.
— Dolor.
Aquella simple palabra causó un dolor indescriptible en el cuerpo del licántropo, dolor que hizo sonreír a la rubia.
Isabella Swan dejó de luchar contra el cobrizo, quedando estática ante las personas que se encontraban frente a ella, comenzando a sentir el miedo y lamentando haber iniciado todo aquello. Jane giró su rostro hacia la joven y torpe vampiresa, sus labios que formaban una línea recta lentamente comenzaron a curvarse hacia arriba.
Aro aplaudió en forma de festejo cuando notó que todos los presentes se detuvieron ante su presencia.
— La última vez que tuve la decencia de venir a Forks, volví a Volterra sin una pelea a mis espaldas, ¡únicamente para que os peleéis entre vosotros y no me invitéis!
Carlisle Cullen sintió como si debiera hablar, la presencia de aquellos vampiros allí terminaría mal. No para ellos, claro estaba.
— ¿Cómo supieron?
Caius arqueó una de sus cejas, clavando sus ojos en la pelinegra que se había quedado estática en su lugar.
— Digamos que nuestra querida Jane ha entablado una amistad con la joven Swan.
Salvo por Rosalie quien ya sabía de esto, el resto se sorprendió ante las palabras del rubio vampiro. Edward miró hacia Xanthe, quien había comenzado a caminar hacia Jane, la rubia era mucho más baja que la pelinegra, sin embargo ambas imponían e intimidaban por igual. Una mueca se formó en el rostro de Xanthe, Jane tomando su muñeca en un intento extraño de consuelo. Algo que nunca, siquiera su hermano Alec, habían visto.
— No hemos venido a pelear—afirmó Aro—, sino simplemente a acabar con la vida de la causante de tal alboroto.
El silencio inundó el lugar, Isabella deshaciéndose del agarre de Edward y alejándolo de su cuerpo. Los lobos hicieron un amago de acercarse, más Alec se interpuso ante ellos, cegándolos y privándolos de escuchar u oler, causando que aullidos desesperados rodearan el ambiente.
— Podrías habernos llamado antes—susurró Jane a su lado, no queriendo mencionar nada acerca de Aithne, sabiendo que la pelinegra a su lado primeramente querría vengarse.
Xanthe asintió.
— Pero ahora debo irme con ustedes a Volterra una vez que esto termine.
— Volterra no es tan malo.
— No... lo malo es que me priven de lo que puedo o no hacer.
Isabella encorvó su cuerpo, preparándose para atacar. La peculiar risa de Aro golpeó sus oídos con fuerza, causando irritación.
— No hagas esto más vergonzoso para ti, joven Bella—Aro saboreó cada una de las palabras, disfrutando la escena y el miedo que comenzaba a formarse en los ojos de la vampiresa.
Marcus fue quien tomó a su hermana mayor por la nuca, agarrando uno de sus brazos, uno de los vampiros que los acompañaban tomó el otro. Isabella había comenzado a patear al aire, pequeños gruñidos escapando de su garganta mientras observaba directamente la sádica mirada de Aro Volturi. Caius dio un paso al frente, acercándose a las dos mujeres a su lado y ofreciendo su mano a la pelinegra. Xanthe sabía la razón.
Su mano alcanzó la del vampiro, quien avanzó junto a ella con su mano en alto, tal como en las películas mostraban a la princesa ser llevada hasta su pareja de baile. Jane rodó los ojos ante el dramatismo que aquellos dos le estaban dando al momento, más no hizo nada por terminarlo, estaba adorando ver el temor en el rostro de la joven Isabella Swan que no tenía escapatoria.
— Nuestra hermosa y querida Xanthe—saludó Aro—, ¿serás tú quien nos haga los honores?
— Creo poder esperar a que juguemos una partida de béisbol.
Los presentes se extrañaron un poco, no pudiendo descifrar cual era el significado en las palabras de la pelinegra. Poco tardaron en descubrirlo.
Xanthe dio un paso al frente, colocándose hombro con hombro junto a Aro.
— ¿Izquierda o derecha?—preguntó el varón.
Xanthe recorrió con la mirada las dos extremidades superiores de su hermana y sonrió al ver la sangre en una de ellas.
— Derecha.
Aro dio un asentimiento y Marcus se hizo hacia atrás con rapidez, arrancando con brutalidad el brazo de la vampiresa.
— Inténtalo—le dijo Aro a la pequeña rubia de su clan.
— Dolor.
Nada. El escudo seguía ahí.
La molestia se mostraba en el rostro de Isabella, más no había sido suficiente para conseguir que las paredes de su escudo cayeran y la dejaran indefensa. Caius se acercó a Xanthe y le mostró una pequeña roca del tamaño de una pelota que tenía entre sus manos. La pelinegra sonrió y tomó el brazo de su hermana que llevaba Marcus entre las manos.
El rubio se colocó a varios metros de distancia, alzando la roca a la altura de su cabeza y tirándola con fuerza contra Xanthe. La pelinegra no tardó en reaccionar, moviendo con rapidez el brazo que utilizaría como bate, provocando un sonido sordo a la vez que la piedra desaparecía en el horizonte.
— Buen tiro.
— Mala calidad en el bate—bufó la pelinegra.
La satisfacción creció cuando se giró y observó la rabia en el rostro de su hermana.
— Creo que deberíamos probar con la izquierda.
Toda señal de molestia desapareció de la mayor de las hermanas, siendo remplazado nuevamente por el pánico. Xanthe miró a Jane y la rubia sonrió en su dirección.
— Sí—concordó Jane—, pero ahora es mi turno.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top